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La radicalización del madurismo

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Las presiones que padece el sistema político venezolano fueron aumentando hasta que estallaron las machas del pasado 12 de febrero. El 2014 es un año especialmente difícil porque no es un año electoral. Con veinte procesos electorales en 15 años de Revolución Bolivariana, las elecciones se convirtieron en la mejor forma de liberar las tenciones del sistema, especialmente en los últimos cinco años.

En uno año electoral la oposición tiene la oportunidad de presentar sus posturas, alimentar la esperanza de sus seguidores e incluso capturar algunos fortines políticos, todo ello alimenta la ilusión y el entusiasmo de sus filas. Por otro lado, el oficialismo activa sus redes clientelares, distribuye subsidios, acelera obras y reparte el ingreso petrolero con el objeto de mantener la cohesión y lealtad de sus partidarios.

Para un sector de la oposición, liderado por Leopoldo López y María Corina Machado, la situación es insostenible. Razón por la cual llaman a la movilización con el objeto de forzar la renuncia del presidente Maduro. El otro sector liderado por Henrique Capriles y Ramón Guillermo Aveledo, le apuestas al desgaste del gobiernos de cara ganar a las elecciones de Asamblea Nacional del 2015 y convocar a un posible referendo revocatorio de 2016, en otras palabras invitan a sus seguidores a ser pacientes para no cometer los mismo errores del pasado.

Por el lado del oficialismo las cosas no están mejor, Nicolás Maduro no es Hugo Chávez y el oficialismo no está cohesionadas. A diferencia de su mentor, el actual presidente tiene que negociar con los diferentes sectores que hacen parte del chavismo, la corrupción ha hecho metástasis y las políticas implementadas no logran dar solución a los problemas. La precepción de los venezolanos es que todo está peor.

La República Bolivariana de Venezuela no es catalogada como una democracia representativa tradicional, pero tampoco es un autoritarismo convencional. Para muchos el sistema político impuesto durante la Revolución Bolivariana es una variedad de Autoritarismo Competitivo (Levitsky y Way, 2010) o más específicamente una especie de Régimen Hibrido (Corrales e Hidalgo, 2013), que hace la transición de una desgasta democracia representativa, pasado por una democracia participativa para finalmente ir consolidando un Régimen Hibrido que tras la muerte Hugo Chávez ha empezado a coquetear con el autoritarismo.

Para los opositores y oficialista hay diferencias entre el chavismo con Chávez y el chavismo sin Chávez. Las fuentes del poder de Hugo Chávez eran básicamente tres: Un caudillismo electoral, el dominio de la institución castrense y un liderazgo carismático indiscutible; de las cuales adolece Nicolás Maduro.

El presidente Maduro ganó por un estrecho margen electoral contra Henrique Capriles las elecciones de 2013, perdiendo la autonomía que tenía Hugo Chávez para designar a su equipo de gobierno y la capacidad para contener las diferentes tendencias existentes entre sus aliados. Aparte de eso, su relación con las Fuerza Armada Nacional Bolivariana no están fluida como él desearía, muchos militares retirados y activos hacen parte del gobierno sin embargo no está garantizada su fidelidad. Y sumado a la falta de carisma de Maduro, son pocas las herramientas que tiene el presidente para hacer frente a la crisis por la que atraviesa el país.

Las decisiones erradas que ha tomado el gobierno frente a las protestas de las dos últimas semanas han aumentado el clima de zozobra: El arresto de Leopoldo López, sin claridad en el proceso y las causas; la salida de la parrilla de NTN24, un canal colombiano con proyección internacional; la cancelación del permiso de trabajo a los periodistas de CNN en español, son algunas de las muestras de una radicalización del “madurismo”.

Para los opositores más radicales lo ocurrido en Ucrania, guardadas las proporciones, es un ejemplo de cómo entre la presión internacional y la movilización permanente se puede lograr una salida anticipada del presidente. No obstante para los sectores moderados, de la misma oposición, los riesgos del vacío de poder pueden ser peores que la enfermedad. Hoy la confrontación no solo es entre oficialistas y opositores sino también entre moderados y radicales de los bandos. Se han impuesto los radicales, pero el aumento de los desórdenes puede llevar a que los moderados de los dos lados se sienten a discutir para buscar una salida.

Bibliografía:

Corrales, Javier e Hidalgo, Manuel. 2013. “El régimen híbrido de Hugo Chávez en Transición (2009-2013)”. Revista Desafíos vol. 25: 45-84. Disponible en:  http://revistas.urosario.edu.co/index.php/desafios/article/view/2577

Levitsky, Steven y Way, Luca. A. 2010. Competitive authoritarianism: Hybrid Regimes after the Cold War. Cambridge: Cambridge Univerity Press.


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